miércoles, 6 de octubre de 2010

Lo Que Mi Mano Escribió en Un Momento de Enojo I

Siempre hay un maldito detalle que echa al suelo tu obra rompiéndose en mil pedazos,
se incrustan en tu piel, traspasan los huesos y llegan hasta tus pensamientos haciéndolos sangrar…

y como tu estúpido silencio no permite drenar el doloroso torrente ésta se estanca,
se coagula y hace oscurecer todo el resto de la que sí fluye,
se siente espesar la sangre que circula por tu cuerpo…
las palmas de tus manos reciben el ataque de las uñas que intentan penetrarlas,
herirlas,
pero no puedes evitarlo,
tu cuerpo rechazará todo alimento hasta que tu esencia reciba la satisfacción
que solo puede saciar la venganza que te hizo gritar en la soledad
cuando quisiste reemplazar la mansa tristeza por el odio activo
pero ella solo se hizo a un lado
sonreía cuando lo planeabas
juraba que serías de ella por el resto de tus días…
¡qué dicha la de ella!... sus visitas se prolongarían más acentuadamente…

No mas aquellos momentos en que la alegría que da una solución le mostraban su boleto de despedida
con posible retorno
alistabas su equipaje al completo
y una vez consumado el acto de tu propia justicia
haría acto de aparición la resaca de tu celebración
el arrepentimiento pondrá el pie en la puerta que va a cerrarse permanentemente
para que ella pase y te reciba con su frío y gris abrazo
te arrastra a su lecho sin que tengas control de tus pasos ni capacidad de negarte
el sumergirse en aguas oscuras del mas profundo pozo
donde solo se ve un atisbo de luz…
sí, el sol no ha dejado de brillar…
pero ya se que no él no sale para todos
tan parecido a la muerte dicen algunos.